
Estefanía Mónaco Gerónimo
PSICOLOGÍA

Padres primerizos, ¡dulce caos!
Estefanía Mónaco Gerónimo
Tener el primer hijo es una experiencia que cambia radicalmente el estilo de vida tanto de madres como de padres. Aunque durante los meses de embarazo los futuros padres ya han tenido ocasión de mentalizarse, es inevitable que la llegada del pequeño se convierta en un período difícil, que suele desestabilizar la situación familiar. No es extraño que, tras el parto, la “dulce espera” se convierta en un “dulce caos”.
En el siguiente artículo hablaremos principalmente sobre los factores que favorecen y los que obstaculizan la llegada del nuevo miembro a la familia, junto con algunos consejos para padres primerizos.
¿Qué factores favorecen u obstaculizan la llegada del bebé?
Algunas familias describen el nacimiento de su primer hijo como una etapa idílica y llena de armonía, otras lo recuerdan como una temporada que fue difícil de sobrellevar. ¿Cuáles son los factores que afectan, de forma positiva o negativa, a la llegada del bebé?
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La relación de pareja: si hay apoyo y comprensión en la pareja, colaboración y cooperación mutua, estabilidad emocional, compromiso e implicación por parte de ambos, la llegada del bebé se ve facilitada. Por el contrario, los conflictos de pareja son una de las principales causas por las que el nacimiento del hijo se convierte en un caos muy difícil de sobrellevar, plagado de desacuerdos, discusiones y frustración.
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Planificación y deseo del embarazo: un embarazo deseado y planificado favorece la aceptación, adaptación a los cambios e integración del bebé en la familia; mientras que un embarazo rechazado desde el principio hasta el fin de la gestación, es más probable que incremente el malestar psicológico de la pareja y dificulte la crianza del pequeño durante sus primeros años.
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El temperamento del bebé: algunos recién nacidos se caracterizan por ser tranquilos, comer y dormir bien, y no dar problemas significativos. Otros, por el contrario, no dejan de llorar, presentan dificultades para alimentarse, conciliar o mantener el sueño, tienen algún problema físico o enfermedad. Estas características innatas del propio bebé son un factor que, al no tener los padres la experiencia suficiente para manejarlas, pueden terminar por desbordarles y agotarles.
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El apoyo social: a las parejas que reciben apoyo social por parte de familia y amistades les resulta más sencilla la adaptación a la llegada de su bebé, ya que poseen ayuda tanto a nivel instrumental (ayuda práctica, como por ejemplo, tener con quién dejar al bebé ante la ausencia de los padres) como psicológico (consejos de crianza, apoyo moral, puesta en común de dudas y problemas, escucha, descarga emocional…)
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Estrés durante el embarazo: la ansiedad y el estrés de los padres durante el embarazo afecta tanto al temperamento del futuro bebé como a la estabilidad familiar durante el primer año tras el nacimiento. Dificultades a la hora de concebir, haber pasado un embarazo de riesgo, una alta probabilidad de que el embarazo no llegue a término o de que el niño nazca con alguna anomalía física o psíquica, son algunas de las situaciones que pueden provocar estrés paterno durante la espera del bebé.
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La situación laboral: la situación laboral de los padres en el momento de la llegada del bebé puede llegar a ser altamente estresante en el caso de que no se goce de una estabilidad económica. Otra situación indeseable es que esté en juego el puesto de uno de los dos (muchas mujeres, injustamente, se ven obligadas a elegir entre su trabajo y su familia), o no tengan posibilidad de acceder a las correspondientes bajas laborales para tener el tiempo suficiente de crianza del pequeño, viéndose obligados a dejarlo a cargo de terceros.
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Dificultades psicológicas de los padres: trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo, problemas de drogodependencias en alguno o ambos padres, hace que una situación ya de por sí difícil como es la llegada de un nuevo miembro de la familia, se complique mucho más.
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Personalidad de los padres: una alta autoestima, empatía, ausencia de evitación y gusto por los niños, da pie a una situación de mayor bienestar en las familias primerizas; mientras que la ansiedad excesiva, la autocrítica, la frialdad y el distanciamiento, dificulta el desempeño y obstaculiza el disfrute de esta etapa.
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Disposición de información previa: unos padres interesados por la crianza de su futuro hijo, que han acudido a cursos de padres para entrenarse, que se han informado y que disponen de la información necesaria, tienen más probabilidad de saber reaccionar ante las adversidades, ya que disponen de más amplia variedad de herramientas.
Aceptarse y comprenderse, sin culpabilizarse
Lo más importante para que esta nueva etapa sea fructífera, es procurar mantener la mayor estabilidad psicológica posible. Es muy probable que aparezcan en tu mente sentimientos de ambivalencia, generalmente en forma de pensamientos que no reconoces como propios y que rechazas (del estilo “no debería haber tenido este niño…”), aunque a la vez sientas un profundo cariño y agradecimiento por tu hijo. Este tipo de contradicciones son completamente normales, es una forma que tiene nuestra mente de expresar nuestros miedos e inseguridades sobre si seremos o no capaces de llevar adelante la crianza de esa pequeña persona.
Objetivamente, tener un hijo es una decisión que rompe con todos los anteriores esquemas y cambia, de por vida, la situación personal. En ocasiones, cuando el bebé ha nacido, nos resulta difícil asumir que ya no podremos volver a ser los mismos en cierto sentido, y se nos hace verdaderamente cuesta arriba. En estos momentos es preferible evitar pensar a largo plazo, y optar por vivir el día a día. Poco a poco la vida se va reacomodando, la familia se adapta, y recrea una rutina diferente pero no por ello menos satisfactoria.
Es posible que el nacimiento del primer hijo sea un dulce caos… más dulce o más caos, dependiendo de la situación de cada uno. Sea como sea, ¡siempre hacia adelante, papás!
Autora: Estefanía Mónaco Gerónimo