
Estefanía Mónaco Gerónimo
PSICOLOGÍA

Depresión infantil: cómo detectarla
Estefanía Mónaco Gerónimo
Es un error creer que la depresión sólo puede darse en adultos, que los niños no tienen problemas “lo suficientemente graves” como para caer en una depresión. Los pequeños también pueden sufrir depresión, aunque sus síntomas son diferentes a los mayores. Los trastornos depresivos infantiles no son problemas pasajeros que desaparecen con el tiempo: es importante dar a los problemas de los niños la importancia que merecen, ya que es una etapa clave en la elaboración de la personalidad y las estrategias de afrontamiento personales de cada uno.
¿Crees que tu hijo pequeño o adolescente puede estar pasando por una depresión? No dudes en acudir a un psicólogo infantil que realice la oportuna valoración de su estado psicológico.
Qué es la depresión infantil
La depresión infantil se define como “un cambio persistente en la conducta de un niño (por lo menos dura dos semanas) caracterizado por un ánimo triste, un descenso de su capacidad de disfrutar de los acontecimientos y una reducción notable de su capacidad de comunicar con los demás". Le resulta difícil rendir como lo hacía antes en sus áreas de competencia (académica, social, lúdica, emocional o afectiva…), mostrando una ejecución muy por debajo de sus posibilidades. A menudo se acompaña de acciones de protesta y rebeldía (acciones conductuales de tipo negativista, ira y agresividad)”.
Principales síntomas de la depresión infantil
Según la edad del niño o del joven, existen matices en el tipo de síntomas que presentan.
Niños menores de 7 años
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Síntoma más frecuente: ansiedad
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Irritabilidad, rabietas frecuentes, llanto inmotivado, quejas somáticas (cefaleas, dolores abdominales…), pérdida de interés por los juegos habituales, cansancio excesivo y falta de energía.
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Alteraciones en el peso: pierden peso o no ganan el adecuado para su edad cronológica
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Tienen dificultad para reconocer y expresar emociones
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Pueden presentar retraso motor
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El trastorno depresivo en niños pequeños a menudo se asocia con otros problemas de ansiedad, fobias escolares, enuresis (micciones involuntarias durante el día o la noche) o encopresis (defecaciones involuntarias generalmente durante la noche).
Niños entre 7 años y edad prepuberal
Los síntomas se presentan fundamentalmente en tres esferas:
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Esfera afectiva (emocional) y conductual: irritabilidad, agresividad, agitación o inhibición psicomotriz, astenia (sensación de cansancio, fatiga, debilidad física y psicológica). También pueden presentar sensación frecuente de aburrimiento, culpabilidad, y en ocasiones, ideas de muerte.
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Esfera cognitiva y actividad escolar: baja autoestima, falta de concentración, disminución del rendimiento escolar, fobia escolar, trastornos de conducta en la escuela y en relación con sus iguales.
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Esfera somática: cefaleas, dolor abdominal, trastornos del control de esfínteres, trastornos del sueño (insomnio o hipersomnia), bajo peso, disminución o aumento anormal del apetito.
Adolescentes
En los adolescentes a menudo aparecen:
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Conductas negativistas y disociales
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Abuso de alcohol u otras drogas
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Hurtos, deseo e intentos de fuga
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Irritabilidad, Inquietud, mal humor, agresividad
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Sentimientos de no ser aceptado, aislamiento, hipersensibilidad, retraimiento social
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Falta de colaboración con la familia, problemas en el entorno familiar
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Descuido del aseo personal y autocuidado
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Tristeza, anhedonia (falta de motivación y disfrute)
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Cogniciones distorsionadas sobre sí mismo y sobre el entorno (autorreproches, disminución de la autoestima, autoimagen negativa). En ocasiones piensan acerca del suicidio.
Es frecuente que, en la adolescencia, el trastorno depresivo se presente asociado a trastornos disociales, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastornos de ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria o trastornos por abuso de sustancias.
Autora: Estefanía Mónaco Gerónimo