
Estefanía Mónaco Gerónimo
PSICOLOGÍA

¿Cómo comunicar a un niño la muerte de un ser querido?
Estefanía Mónaco Gerónimo
Cuando falta un familiar o un ser cercano de la familia, además del dolor que los adultos han de sobrellevar para superar su propio duelo, si en la familia hay hijos pequeños se suma un problema. ¿Cómo comunicarle al niño esa muerte? ¿Hasta qué punto puede comprender? ¿Es mejor decirle la verdad o hablarle con metáforas hasta que sea mayor y se de cuenta por sí mismo? Es habitual que los padres se sientan desconcertados ante este tipo de situaciones, y no sepan cómo es conveniente actuar, ni qué decir: el desconcierto invade a toda la familia. La intuición puede llevarte a hacer un buen trabajo, pero por si no es suficiente, aquí tienes algunos consejos útiles que te orientarán a la hora de hablar con tu hijo sobre la muerte.
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Siempre se le ha de decir al niño la verdad. Sin embargo, no hay por qué decirlo todo de golpe, abrumándole con información que sobrepasa su entendimiento. Es preferible ir conversándolo poco a poco, completando la información con las preguntas, las dudas o las observaciones que el pequeño quiera hacer. Su ritmo de comprensión es diferente al nuestro, y tenemos que adaptarnos a él. Por eso, es recomendable ir dejándole su tiempo para que procese la información y pregunte sobre lo que no entiende.
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La noticia debe ser transmitida al niño lo antes posible, para evitar confusiones, por medio de una persona cercana en la cual confíe mucho (preferiblemente, sus padres).
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El sitio para hablar debe ser tranquilo, sin interrupciones. Debe elegirse el momento adecuado, cuando exista tiempo suficiente para poder conversar sin limitaciones de horario.
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La forma de expresarse ha de ser clara, procurando que no existan contradicciones en las explicaciones. Como ni siquiera nosotros mismos sabemos de qué se trata eso de la muerte, a menudo nos explicamos de forma muy caótica. Intenta organizar tu mente antes de hablarlo.
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El espacio físico donde reciba la noticia ha de ser lo más agradable posible para el niño, un lugar donde se sienta seguro. Es recomendable evitar sitios públicos o desconocidos para él.
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Háblale con cariño, mirándole a los ojos, con la mayor ternura posible. En ese momento tan duro, es importante que note que cuenta con todo tu afecto, y que en ti puede encontrar un punto de apoyo y de cuidado.
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En los momentos de silencio, el apoyo no verbal puede ser el que marque la diferencia en la reacción del niño. Hay pequeños que reaccionan aislándose, no quieren el contacto con nadie, no quieren saber nada del tema. Otros, reaccionan con un desbordamiento de emociones. Sea cual sea la reacción de tu pequeño, muéstrale sin palabras (con gestos de cariño, una caricia o una media sonrisa) que estás ahí cuando te necesite.
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A pesar del mal momento a nivel familiar, no hay que dejar de lado la atención que el niño necesita. Si al atender otros asuntos prioritarios relacionados con la falta dejamos al niño de lado, la situación puede volverse más traumática para él, al sentirse sólo y confundido.
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No hay necesidad de que ocultes tus emociones, ni que te hagas el fuerte delante del niño. Eso no es congruente con la situación, y puede chocar aún más al pequeño. Mientras no sea de forma exagerada, puedes mostrar tu tristeza y tu dolor por la falta, tanto con tus palabras como con tu expresión emocional. Eso le hará sentir más libre, permitiéndose dejar salir sus propias emociones.
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Ten cuidado con las metáforas que utilizas al hablar de la muerte, pues no sabes cómo puede recibirlas el pequeño en su nivel de comprensión (por ejemplo, pensar que su abuelo puede estár “observándole” desde el cielo, podría confundirle e incluso producirle temor).
En definitiva, lo que tanto niños como adultos necesitamos cuando alguien muere, es sentir que esa persona va a permanecer en nuestro recuerdo. Resulta muy negativo no volver a hablar nunca del fallecido e ignorar la muerte, haciendo que se convierta en un tema tabú. Contar de vez en cuando cosas sobre esa persona, o bien guardar objetos o fotos suyas, ayuda a que los niños no confundan la muerte con la desaparición total ni el olvido. Se trata de recolocar a esa persona en un sitio nuevo, donde ya no está presente de forma física, pero sí en el recuerdo. Por eso, es sano y natural ayudar a los pequeños a que ellos también compartan sus sentimientos y pensamientos sobre la muerte, validándolos y aceptándolos siempre que los expresen.
Autora: Estefanía Mónaco Gerónimo