
Estefanía Mónaco Gerónimo
PSICOLOGÍA

Reconoce y actúa ante un trastorno de la alimentación
Estefanía Mónaco Gerónimo
Como cualquier padre sabe, los cambios que se producen en su hijo adolescente son radicales. Tanto a nivel de físico como emocional y mental, el que antes era un niño reforma su identidad, comenzando a orientarla hacia la vida adulta. Esta etapa de confusión e incertidumbre, es especialmente propensa para albergar problemas. Uno de los más peligrosos son los trastornos de la alimentación (TCA), a los cuales las muchachas adolescentes están especialmente en riesgo: expuestas a una sociedad que las bombardea con exigencias femeninas mediante la publicidad, los estereotipos sociales y la moda. Esta situación lleva a que, aunque muchos no llegan a caer en una anorexia o una bulimia, el 20% de los jóvenes presente “actitudes anoréxicas”*
Si crees que tu hij@ adolescente se ha obsesionado con adelgazar, tienes que estar alerta y aprender a reconocer las señales del problema, para proceder a actuar con eficacia y rapidez.
Uno de los factores más esperanzadores de la intervención en TCA es detectarlo precozmente, o incluso en el punto previo, cuando el o la joven está a punto de caer. Cuanto más tiempo pasa la persona con las ideas y conductas perjudiciales, más se arraigan y por tanto, son más difíciles de eliminar y resulta más complicado evitar las recaídas.
Es posible que tu hij@ adolescente realice algunos comentarios negativos sobre su aspecto físico, o desee bajar algunos kilos. En parte es normal por la importancia que en la adolescencia se le da a las normas sociales, pero… ¿cuándo hay realmente que alarmarse? Algunos de los signos preocupantes que permiten reconocer un TCA son:
-
Come cada vez menos y se salta comidas con excusas variadas.
-
Se queja con frecuencia de su imagen corporal, se considera “gord@”
-
Realiza comentarios de autodesprecio
-
Comienza a desarrollar rituales a la hora de comer: corta la comida en trozos pequeños, los mueve por el plato, come muy despacio, dice que no tiene más hambre.
-
Come mucho a escondidas (desaparecen cantidades importantes de comida)
-
Siempre va al baño después de las comidas.
-
Consume laxantes o bebe demasiada agua
-
Realiza excesivo ejercicio físico
-
Su estado de ánimo es irritable o deprimido
-
Se le retrasa o retira la menstruación
Además, existen ciertos factores que aumentan la probabilidad de desarrollar trastornos de alimentación, como el perfeccionismo, sobrepeso infantil, miedo a madurar, baja autoestima, conflictos familiares, sobreprotección, problemas emocionales… Si tu hij@ cumple algunas de estas características y además has detectado en él algunos de los comportamientos anteriores, sería recomendable que te comuniques con él/ella y profundices un poco más en su intención de adelgazar: ¿Por qué desea adelgazar? ¿En qué medida le preocupa este objetivo? ¿Qué conductas realiza para conseguirlo? Siempre es preferible que si desea reducir su peso, lo haga de forma saludable, con una dieta sana y variada bien planificada: tú puedes ayudarle a elaborarla, consultando previamente con un nutricionista.
¿Qué hacer si finalmente se detecta un problema de este tipo? Es importante no restarle importancia a la situación, pero tampoco desesperar. Hay que actuar con conciencia y rapidez: acudir al pediatra para que éste le derive al especialista, le diagnostique y le prescriba el tratamiento psicológico adecuado. Es importante saber que, ante este tipo de casos, reaccionar ante el adolescente con enfado o castigos es totalmente contraproducente. La actitud por parte de los padres ha de ser de comprensión y apertura, para que el joven sienta que se encuentran “de su lado”.
Se trata de una enfermedad difícil de controlar, que requiere de mucho esfuerzo y trabajo a nivel del afectado y su familia, con la ayuda de profesionales cualificados. Pero como casi siempre, si la predisposición es positiva, tiene solución eficaz.
* Según estudios epidemiológicos realizados en Madrid por Gonzalo Morandé Lavin.
Autora: Estefanía Mónaco Gerónimo