
Estefanía Mónaco Gerónimo
PSICOLOGÍA

Mi hijo es hiperactivo: pautas para mejorar la convivencia
Estefanía Mónaco Gerónimo
Como ya comentábamos en el artículo “¿Qué es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)?”, es primordial diferenciar un niño “inquieto” de lo que es un cuadro clinico de TDAH. Por eso, ante la duda es imprescindible la visita a un/a profesional, quien realizará una evaluación con las herramientas apropiadas y diagnosticará. Por nuestra parte, en este artículo trabajaremos algunas pautas que pueden ayudarte a mejorar la convivencia con tu hij@, especialmente si tiene rasgos de hiperactividad. Por supuesto, estos consejos en ningún caso sustituyen al tratamiento especializado. ¡Toma nota!
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Usa premios en lugar de castigos. Estos pequeños sufren altas dosis de frustración diariamente, ya que se les exige un autocontrol que no es natural en ellos. Demasiada frustración no es positiva. Evita castigarle (aunque muy puntualmente puede ser útil), es preferible que le refuerces cuando se comporte adecuadamente. Cuidado: procura no abusar de los premios materiales, apuesta por el refuerzo verbal y/o emocional (abrazos, caricias…)
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Transmítele tranquilidad. Con gritos y reprimendas sólo conseguirás aumentar su estado de tensión y activación fisiológica, que repercutirá negativamente en su conducta.
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Sigue rutinas marcadas. Automatizar una rutina le ayudará a saber qué debe hacer en cada momento, compensando sus dificultades para planificar y retener mentalmente tareas pendientes. También puede ser útil anotar los eventos en un calendario, la planificación del día en una agenda, o post-its en lugares visibles que refresquen su memoria.
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Acuerda con él ciertos límites. Si a tu hijo le cuesta autorregularse, agradecerá tener unas normas delimitadas, por ejemplo, en cuanto a horarios de ocio y deberes escolares.
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Coordínate con sus maestros para seguir la misma dirección. Es importante la acción conjunta de la familia con la escuela: si el niño percibe que sus ambientes son congruentes entre sí, responderá mucho mejor.
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Cuida tu comportamiento. Si pierdes los papeles dentro de casa (aunque es totalmente comprensible) estás transmitiéndole que eso “está permitido”. ¿Por qué no iba a reaccionar él con una rabieta?
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Apúntale a un deporte de equipo. Realizar un ejercicio que le guste y le motive (a ser posible grupal, para favorecer el compañerismo) le ayudará a canalizar gran parte de sus energías físicas en algo positivo, y le será más fácil relajarse al llegar a casa. También es importante que descanse lo suficiente, durmiendo lo necesario. Este equilibrio entre desgaste y descanso le ayudará a estar de mejor humor.
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Conecta emocionalmente con tu hijo. El contacto físico (abrazos, besos, cosquillas…) reduce la tensión y relaja. Aprovecha estos momentos de intimidad para comunicarte con él, y estar siempre al tanto de lo que le preocupa o le ilusiona. Esta conexión emocional positiva hará que tu hijo esté más motivado a colaborar contigo, en lugar de oponerse y enfrentarse.
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Cuida su autoestima. Ésta puede dañarse al notar sus obstáculos en el rendimiento académico, recibir constantemente regañinas de los adultos, tener algunas dificultades con los compañeros… Muéstrale siempre que puedas tu cariño, aceptación y respeto. Su confianza en sí mismo favorecerá la mejoría.
El cambio no depende únicamente tu hijo, sino de todo el contexto familiar. Pero, igual que los pequeños, no siempre los adultos sabemos sobrellevar las situaciones complicadas de la forma ideal: requiere mucho esfuerzo, entrenamiento y autocontrol. Ningún padre es —ni será— perfecto. Perdónate cuando no consigas lo esperado, y vuelve a intentarlo. ¡Ve creando y poniendo en práctica tus propias pautas!
Autora: Estefanía Mónaco Gerónimo